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LA STORIA DELLA FANFARA

• Carlos Celle fue uno de los “mosqueteros” que inició hacia fines de la década de los 50 la Banda de la Scuola. Con orgullo cuenta que la tradición que enorgullece a nuestro establecimiento surgió a punta de esfuerzo, de ganas y de una que otra kermesse y venta de empanadas.
El 18 de Mayo de 1958, la Scuola salió a desfilar en homenaje a los héroes de Iquique sola y sin banda siguiendo el compás de un colegio público que si contaba con una banda de lo más desafinada que se podía imaginar.
El año anterior ya había sucedido lo mismo, cuando habíamos desfilado con el Orfeón Municipal de Viña del Mar. A la vuelta de ese desfile y producto de la indignación que sentíamos de estos hechos, decidimos que era hora de que tuviéramos nuestra propia banda.
Así nace oficialmente la Banda de la ScuolaUn pequeño comité de tres mosqueteros, que entonces eran: Salvador Forno, Domingo Peirano y yo, iniciamos las gestiones para tener una banda propia.
A tal efecto empezamos a pedir los permisos con las autoridades de la Scuola, entonces dirigida por nuestro querido profesor Juan Montedonico, el cual muy a regañadientes y con serias dudas de que fuéramos capaces de lograr el cometido autorizó la aventura.
Como para esto se necesitaban fondos, empezamos con nuestra imaginación a buscar las potenciales fuentes de financiamiento.
La primera idea fue la venta de empanadas en el recreo de las 10 de la mañana. Primero a través de la ventana de la sala de espera y luego en un quiosco en el rincón del patio. Esta venta de empanadas nos permitía en nuestra calidad de organizadores escaparnos de la clase de biología de don Pancho Vega y así evitábamos ser interrogados.
Conjuntamente con la venta de empanadas, organizamos la proyección de películas en el Aula Magna de la Scuola, las que proyectaba Miguel Canales; así como sorteos y la elección de la Reina de la kermesse de la Scuola.
Todo esto nos permitió conseguir fondos para comprar los primeros instrumentos.Para poder materializar la banda era necesario tener un profesor. Así fue que nos acercamos al instructor del Colegio de los Hermanos de la Salle donde contratamos a “Pompóneo”.
Con él compramos los primeros pitos y poco a poco fuimos comprando los demás instrumentos. Después de los pitos compramos los tambores (el primero fue para el brigadier para que tuviera cierta ventaja) y casi simultáneamente las cornetas. Estas compras las hacíamos junto con Salvador Forno directamente al fabricante en escapadas a Santiago a un rústico taller de la calle Nataniel.
Clave en esa época fueron Domingo Vaccarezza (padre de la Elsita), quien nos cooperó con los terciados y los cueros de reemplazo para los tambores y el papá de Miguel Íñiguez quien donó el tambor mayor.
La primera banda con que desfilamos tenía 1 guaripola (tambor mayor), 12 pitos, 4 tambores y 4 cornetas.
Con ella salimos a desfilar el 12 de Octubre de 1958 frente al monumento a Cristóbal Colón con ocasión de la conmemoración del Descubrimiento de América. Claro que no teníamos más de un mes o dos de ensayos y las cornetas sonaban como gatos escaldados. Detrás nuestro estaba el Orfeón de Carabineros, y nos alternábamos tocando una marcha cada uno.
Nuestro ritmo era muy rápido y los teníamos corriendo, y cuando entraba el Orfeón teníamos que frenar en seco y cambiar el paso.
Uno de los hitos importantes de la banda fue nombrar el tambor mayor. Nombramos a Tito Torti, lo cual nos costó mucho decidir porque era de un curso superior, pero siempre fue muy recordado por todos e hizo un muy buen papel.
A continuación del desfile del 12 de Octubre nos presentamos en el patio de la Scuola. Ahí nos lucimos frente a nuestros padres y la directiva de la Scuola. Entre los asistentes figuraba José Cánepa, quien muy emocionado nos felicitó. Sin dejar pasar un día lo fui a ver a sus oficinas en Viña para solicitar su cooperación. Él fue muy generoso puesto que nos aportó los fondos necesarios para comprar más instrumentos y pagar nuestras deudas. Así, para el 21 de Mayo de 1959 la banda tendría 6 tambores, 6 cornetas y 12 pitos.
Ser miembro de la Banda de la Scuola era y es un privilegio. Entonces como ahora, es un orgullo lucir la escarapela con la lira en la manga del uniforme. En realidad, todos participamos con el mismo entusiasmo y ganas de hacerlo bien. Fue así que cada paso fue estudiado, repasado y memorizado acuciosamente. Casi como profesionales. El lema era practicar, practicar y practicar una y otra vez, para lucirnos el 21 de Mayo en el desfile en honor a los héroes de Iquique. Por supuesto, en el debut las cosas no resultaron según el plan y ocurrieron situaciones inolvidables. Recuerdo que al momento de sincronizar con la Banda de la Armada en la Plaza Sotomayor, no se pudo entrar cuando correspondía y todos estábamos muy nerviosos. A la vuelta del desfile del 21 de Mayo del 59, nuestra querida Alma Mazzolá nos repartía besos a todos, y hay algunos aquí que todavía le duele el cachete. Son momentos que siempre recordaremos. De esta fecha en adelante se siguió con la recolección de fondos y ya a fin de este año (1959) teníamos la banda completa.
En el intertanto, habíamos cambiado de instructor. De “Pompóneo” pasamos a Riquelme, quien fuera corneta de Carabineros.
Este es el momento de nombrar a algunos compañeros que tuvieron una destacada participación pero en estos momentos no nos pueden acompañar.
Algunas anéctodas: Tito Torti ensayaba con la guaripola arriba de un colchón para que no se le fuera a abollar, Pompóneo me daba clases particulares, ya que la caridad empieza por casa.
El brigadier de pito era Aldo Garimani, ya que era un músico con “experiencia” que (venía de los Sagrados Corazones SS.CC.)

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